Si hablamos de apicectomía y endodoncia, seguramente te suene más el segundo término. El tratamiento de conducto permite eliminar la pulpa dental infectada o, dicho de una forma más común, “matar el nervio”.
Aunque es un procedimiento que permite salvar los dientes, evitando la extracción, en ocasiones fracasa o resulta insuficiente debido a la gravedad de la infección. De darse esta circunstancia, el último recurso para salvar el diente natural es la apicectomía.
¿Qué es una apicectomía?
La apicectomía, también conocida como cirugía endodóntica, es una intervención quirúrgica mediante la que se trata un proceso infeccioso en la raíz del diente. El hecho de que el proceso se realice en la parte periapical es lo que marca la diferencia con el tratamiento de conducto.
Así, la endodoncia consiste en la eliminación del paquete vasculonervioso -sin intervenir sobre la raíz dental- cuando la pieza dental tiene pulpitis irreversible.
Aunque es frecuente asociar las caries a la infección del nervio, hay otros factores que propician esta afección como los traumatismos o el bruxismo.
Lo que sí tienen en común la endodoncia y la apicectomía es que son tratamientos propios de la Odontología Conservadora, una especialidad enfocada a preservar el diente en boca.
¿cuándo se realiza esta intervención?
En determinados casos, la infección dental no se detiene a pesar de haber realizado una endodoncia y se enquista alrededor de la raíz de la pieza.
Estos procesos suponen en muchas ocasiones la aparición de una fístula, un pequeño quiste periapical -o granuloma-, en la misma.
Pero si el paciente presenta algunos de estos supuestos, no será posible realizar la intervención y habría que proceder a la extracción del diente:
- Si la pieza dental ya cuenta con falsos conductos o alguna fractura.
- En procesos infecciosos agudos que presentan un sangrado abundante.
- Si se ha visto afectado el hueso de soporte.
- En caso de que exista un daño extenso de la raíz dental.
- Si el área en la que ha cursado la infección se sitúa próxima al seno maxilar.
¿Por qué la endodoncia no es suficiente?
La endodoncia es una técnica que se realiza de forma muy asidua en las clínicas dentales, y tiene éxito en más del 90% de los casos. No obstante, y aunque se realice correctamente, el tratamiento de conducto puede no ser suficiente para eliminar la infección si se ha extendido demasiado.
Llegados a este punto es probable que te preguntes por qué, a veces, una endodoncia no resuelve el problema. La causa principal por la que el tratamiento resulta insuficiente es la presencia de microorganismos que causan una infección, volviéndose resistentes a las medidas de limpieza.
Esta es la conclusión a la que llega un análisis publicado en la revista Medicina Oral, Patología Oral y Cirugía Bucal.
¿En qué casos está contraindicada una apicectomía?
Del mismo modo que hay casos en los que el profesional recomienda la apicectomía, existen factores que contraindican su realización:
- Una enfermedad periodontal muy avanzada (piorrea).
- En caso de que la persona presente problemas de coagulación que puedan revertir en hemorragias no controladas.
- Si el diente tiene fracturas longitudinales.
Debido a estas restricciones, el profesional odontólogo insiste en la importancia de realizar un diagnóstico preciso de cada caso.
De esta manera, se realizan radiografías y sondaje con una sonda periodontal -a veces bajo anestesia local- que permitan examinar la pieza afectada y el tejido adyacente a la misma.
Posoperatorio: ¿existen complicaciones?
Como hemos adelantado previamente, la apicectomía no duele y, al ser una cirugía mínimamente invasiva, no genera graves molestias al paciente.
Eso sí, la persona debe seguir las instrucciones de su dentista para no tener ninguna complicación en los días posteriores al procedimiento.
En las horas siguientes a la intervención es habitual sentir una ligera inflamación en la zona.
Con el objetivo de reducir la hinchazón, es frecuente que el odontólogo recete analgésicos o antiinflamatorios, así como de antibióticos para evitar posibles infecciones.
Las suturas pasarán desapercibidas transcurridas 2 semanas desde la intervención, y los tejidos se regenerarán transcurridos 6 meses, aproximadamente.